Las viviendas pasivas mantienen una excelente eficiencia energética, logrando disminuir el requerimiento para enfriar o calentar, iluminar y funcionar en general de manera óptima.
Estas condiciones se logran, valiéndose de un cuidadoso diseño adaptado al entorno en donde se construye, empleando materiales que contribuyen a este fin, y cuando se necesita energía adicional, se recurre a las fuentes naturales renovables.
Los elementos básicos de este estilo constructivo son elementos que contribuyen ampliamente a la conservación de la salud de todos los habitantes de estas edificaciones.
El diseño adaptado al entorno y al clima, la implementación de un sistema de aislamiento altamente eficiente, con puertas y ventanas especialmente diseñadas para cerrar la posibilidad de infiltraciones, logra así la estanqueidad y hermeticidad tan necesarias para el estándar.
Al controlar el ambiente interno de las edificaciones, se llega a un ahorro de energía muy apreciable, que influye en nuestro presupuesto y favorece el medio ambiente.
Pero más allá de toda esta relevancia, debemos resaltar un positivo efecto en la salud de todas las personas que hacen vida dentro de la construcción pasiva.
Aire puro
El sistema de ventilación, previsto en el estándar de construcción pasivo, elimina las toxinas e impurezas del ambiente interno, recupera el calor de las fuentes internas y externas de la vivienda, y mejora las condiciones sanitarias con un mínimo esfuerzo.
Mejorar la calidad del aire, eliminando el Co2, y los elementos contaminantes que se producen en el interior de las viviendas, producto del funcionamiento normal de la vida diaria, repercute ampliamente en la salud de sus habitantes.
La permanencia en las estancias de una vivienda a puertas cerradas, bajo un sistema de calefacción durante las estaciones más frías, convierte a nuestras residencias en auténticas fuentes de enfermedad, malestares en la salud.
El aire reciclado, con alto nivel de contaminantes, perjudica la salud, especialmente a las personas que permanecen en los extremos de la vida, niños y ancianos.
El interior de nuestras viviendas puede alcanzar niveles de contaminación mucho más altos que el ambiente externo, y nuestro afán por mantenernos a puertas cerradas contribuye a esta condición tan indeseable.
Garantizar la salida y limpieza de todos esos contaminantes, a través de un eficiente sistema de ventilación e intercambio de aire interno y externo, devuelve la salubridad necesaria para el equilibrio de nuestra salud.
Filtrado de elementos
El sistema de ventilación, que elimina el aire viciado del interior de las viviendas, también incorpora aire externo del medio ambiente para refrescar y aportar un recambio del ambiente.
Este aire externo es limpiado y liberado de contaminantes y elementos alergénicos, smog y otras sustancias, para poder ser disfrutado por todos sin causar efectos adversos.
La eliminación de polvo, suciedad, olores desagradables y dañinos, son efectos adicionales que aporta el eficiente sistema de ventilación y recuperación de calor previsto en el estándar pasivo.
Eliminación de humedad
Las construcciones pasivas prevén la implementación de un sistema de aislamiento que controla el efecto de las temperaturas del ambiente externo a la vivienda.
También nos proporciona protección ante la humedad que proviene de lluvias, nieve, y acumulación en las paredes de la vivienda, que termina en producción de moho que afecta al sistema respiratorio.
La estrecha relación del confort y la salud, se hace muy evidente cuando disfrutas de una residencia construida bajo el estándar pasivo. ¡Compruébalo!