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12.07.2019 Consorcio PassivhausEdificios de consumo casi nulo

Entrevista a Albert Grau, Gerente de la Fundación La Casa que Ahorra

“Una ‘casa que ahorra’ es más confortable que una convencional y demanda entre un 70% y un 90% menos de energía”

La Fundación La Casa que Ahorra reúne a empresas líderes del sector de la construcción que tienen el objetivo común de sensibilizar a la sociedad sobre los beneficios de la eficiencia energética en la edificación, con el consecuente ahorro económico y la mejora en el confort y la salud de los usuarios. Albert Grau, Gerente de la Fundación, explica cuál es la labor de la entidad y su percepción de la evolución del sector ante los retos energéticos a los que se enfrenta.

¿Qué es la Fundación la Casa que Ahorra, qué objetivos persigue y qué labores desarrolla para alcanzarlos?

Queremos favorecer, en primer lugar, la conservación, mejora y defensa del medio ambiente y de la naturaleza a través de la realización de todo tipo de actividades dirigidas a potenciar, patrocinar, promocionar y/o financiar la investigación, la innovación, el desarrollo y la formación en el ámbito de la eficiencia energética. Entre nuestros objetivos específicos destacaría:

  • La promoción de la eficiencia energética y la reducción del consumo de energía asociado al parque edificatorio residencial y terciario, tanto el existente como el de nueva construcción en España.
  • La contribución a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del consumo energético de los edificios, mediante el impulso y la propuesta de mejoras en las características constructivas de éstos, a fin de maximizar el aprovechamiento energético y minimizar su demanda de energía.
  • El fomento de la construcción de edificios energéticamente eficientes y respetuosos con el medio ambiente, promoviendo la utilización de materiales y procedimientos de edificación innovadores y tecnológicamente desarrollados, e impulsando los estándares de calidad más elevados en cuanto a confort acústico y seguridad pasiva contra incendios.
  • Mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, tanto desde una perspectiva individual, en el caso de aquéllos que hagan uso de edificios energéticamente eficientes, como desde una visión colectiva y social, a través de la reducción del impacto asociado al consumo sostenible de energía.

¿Qué estrategias podemos seguir para que una casa ‘ahorre’, desde el punto de vista de una obra nueva y desde el de la rehabilitación?

Una “casa que ahorra” es más confortable que una casa convencional y demanda entre un 70% y un 90% menos de energía. Aunque en algunas rehabilitaciones hay una variable -la realidad ya construida- que no permite una actuación en todos los ámbitos, los criterios básicos serían:

  • Aislamiento óptimo: Las pérdidas o las entradas indeseadas de calor son las que ponen de manifiesto si la energía se derrocha o no -y no el cómo generamos la energía-. En definitiva, la envolvente debe ser algo más que una tarjeta de presentación de nuestra casa. Si tienen el aislamiento adecuado, partes ciegas y carpinterías, son el eje central para el éxito.
  • Diseño eficiente: Cuanto menor sea la superficie de esta envolvente en relación con el espacio interior de la vivienda, menores serán también dichas pérdidas.
  • Orientación estratégica: Cada zona geográfica tiene su clima y las casas deben adecuarse a éste desde el inicio de su proyecto, tanto si trata de nueva construcción como si se va a rehabilitar una existente. Una buena orientación de nuestra vivienda es un elemento clave a la hora de elaborar nuevos planes de ordenación urbana.
  • Ventilación controlada: La envolvente estanca continua protege de efectos indeseables (corrientes, humedades, etc…) y permite una habitabilidad confortable con un consumo energético eficaz. Una “casa que ahorra” disfruta de la máxima calidad del aire interior al contar con sistemas adecuados de ventilación y renovación del mismo.
  • Materiales sostenibles: Han de ser respetuosos con el medio ambiente a lo largo de toda su vida útil. La sostenibilidad de estos materiales debe garantizarse mediante métodos como el llamado Life Cycle Analysis (LCA). Éste examina el impacto ambiental del material en todas y cada una de las fases de su vida útil, desde su producción, transporte y uso, y desarrollo, hasta su conversión en residuos y su tratamiento, ya sea a través de la eliminación o el reciclado

Y más allá de los criterios anteriores, una “casa que ahorra” como las que propugnamos desde nuestra Fundación, ofrece dos ventajas adicionales: confort acústico y Protección Pasiva contra Incendios.

Desde el punto de vista de la rehabilitación, una de las iniciativas lanzadas por La Casa que Ahorra es el Pasaporte Energético. ¿En qué consiste y cómo interpela a los implicados en el sector?

El Pasaporte Energético (o “Building Renovation Passport” como se denomina en la EPBD 844/2018), es una manera inteligente de exprimir al máximo el potencial de mejora del ineficiente parque edificatorio actual.

Estamos hablando de un compromiso bilateral entre el propietario y las Administraciones Públicas (AA.PP.) en una necesidad común, reducir las necesidades energéticas, e indirectamente, las emisiones de CO2.

Mediante un diagnóstico real elaborado por un técnico se identifican las necesidades y soluciones tecnológicas disponibles, y se elabora un Plan de Acción por fases, definido con coherencia. De este modo, el propietario dispone de una Hoja de Ruta para rehabilitar su edificio en profundidad, incluyendo incluso los cambios de equipos e implantación de EE.RR. Todo ello con unos plazos acorde a las posibilidades del propietario, y con unas ayudas especiales en el apartado financiero que bonifican el grado de avance, llegándose incluso a salir a “coste cero” las últimas acciones.

Las estimaciones macro-económicas que acompañan el estudio del Pasaporte, y un plan de medidas fiscales y administrativas de acompañamiento, nos hacen pensar que en menos de 3 años desde su implementación se podría llegar a una cifra de 350.000 viviendas/año rehabilitadas, sin costes para el Estado y con un impacto positivo tanto en lo social como en la balanza energética.

¿En qué momento se encuentra el sector de la edificación de vivienda en España en cuanto a garantizar la eficiencia energética de los hogares? ¿Qué podemos hacer para mejorar?

Hay más sombras que luces. Es cierto que empieza a existir una conciencia ciudadana ante los episodios climáticos que se están produciendo, e incluso que se dé visibilidad a la situación de “emergencia climática”, como en algunas comunidades autónomas, hará que algo se mueva.

En la nueva edificación, la inminente entrada en vigor del CTE hará que las exigencias al edificio aumenten en algo, pero sin una ambición alineada a la descarbonización que pretende la Unión Europea. Hay que cambiar la velocidad y mirar hacia algunos estándares de certificación que le llevan mucha ventaja todavía al CTE en lo que a demanda energética se refiere.

Pero queda lo más complicado, el más de 2/3 del parque edificado que también debe descarbonizarse. En éste, el impulso en la toma de decisión del propietario sigue fallando. Para ello hace falta algo más que un CTE todavía poco exigente. Hay que legislar al respecto, facilitar procedimientos, trabajar desde la iniciativa público-privada a mayor escala que la vivienda o edificio (p.e. Planes de barrios). Para nosotros no se trata tanto de un tema financiero como hace tiempo se comenta, se trata de un tema de voluntad política y de falta de diálogo con la “industria” asociada. La industria de la edificación necesita garantías para volcar sus recursos, y a fecha de hoy no se visualizan.

La construcción sostenible y eficiente energéticamente, como la que sigue los criterios marcados por el estándar Passivhaus, crece año tras año en nuestro país. ¿Cómo se puede incrementar este ritmo de crecimiento? ¿Las administraciones deberían incentivar más este tipo de construcción o debe ser tarea exclusiva de la iniciativa privada?

He respondido parcialmente en el punto anterior. La Administración debe generar mayores marcos de seguridad, como por ejemplo una Ley de Propiedad Horizontal que se olvide de las mayorías cualificadas, o desarrollar iniciativas que integren acciones conjuntas como podrían ser las “Comunidades Locales de Energía” -ya en boga en Europa-, fiscalidades favorables, etc… Con la seguridad adecuada, la iniciativa privada llegará sí o sí al sector rehabilitación.

Respecto al aterrizaje de Passivhaus, tengo un punto de vista muy personal. Es un sistema de certificación que está entrando con una fuerza inusitada en España, a pesar de los malos augurios de parte del sector -por aquello del clima mediterráneo-. Inicialmente me costaba creer que los promotores lo aceptasen de buen grado, pero la realidad es que hay gran parte de promotores que lideran el mercado, que ven que es un producto que tiene salida, y ante la baja exigencia de CTE en nuevos edificios se ha llenado un hueco que de otro modo seguiría existiendo. No olvidemos que sigue habiendo mucho promotor de mínimos.

Finalmente, los retos plasmados para el 2020 con los ECCN están ya a la vuelta de la esquina. ¿En qué debemos centrarnos ahora de cara a los próximos 20 o 30 años, cuáles serán los próximos objetivos a cumplir?

No olvidemos que la nueva edificación que a inicios 2021 traerá los EECN a España seguirá alejada de lo que sería el paradigma de un edificio que demanda poca energía. Quedará todavía camino por recorrer, pues como confiemos que la demanda energética en 2021 sea la adecuada, estaremos fiando todo el avance a la electrificación de los equipos y a que todas las energías sean renovables, o de origen nuclear, y eso no debe ser el punto de partida para nuestro sector. Estoy de acuerdo con que la energía sea cero emisiones, y se sustituyan las contaminantes, pero explotemos el concepto de que la energía menos contaminante es la que no se consume, pues el confort y salud de los ocupantes no puede depender de ello.

Otras derivadas para analizar posteriormente serán el impacto de la economía circular y el tipo de materiales con que se construya. Las materias primas no son inagotables y la deconstrucción –en caso de ser necesaria- debe ser usada para reconstruir. Algunos materiales deberán reinventarse, o desaparecer, desde el punto de vista del Análisis del Ciclo de Vida.www.lacasaqueahorra.org