La construcción pasiva se originó en Alemania en los años 90, y fue a finales de esa década, cuando se crea el instituto passivhaus, que se encargaría de controlar el estándar con el cual se regirá.
Las construcciones edificadas bajo este estándar verán reducidas sus necesidades energéticas para calefacción y enfriamiento, en un porcentaje alto, que está por encima de 75%.
Este estándar fue comercializado en la Unión Europea, y luego se extendió a los EE.UU., en donde se construyó el primer edificio en el año 2003.
Bases de estándar passivhaus
Las construcciones realizadas bajo este estándar, siguen unos principios o bases en su edificación, para lograr su alta eficiencia y garantizar el menor consumo energético.
Aislamiento térmico:
Variará en su grosor tomando en cuenta las condiciones climáticas en donde esté localizada.
Ventanas y puertas de alta eficiencia
Están localizadas estratégicamente para mayor aprovechamiento del aire, luz solar y demás condiciones climáticas.
Eliminación de puentes térmicos
Puente térmico es una zona de la envolvente del edificio, en donde se transmite más calor. Este estándar contempla la eliminación de estas zonas, busca el cierre total y hermetismo de la construcción.
Estanqueidad del aire
Se persigue la eliminación de infiltraciones de aire, que normalmente tenemos en las edificaciones, por huecos, ranuras de puertas, entre otros. Cuidan de manera especial las juntas de la construcción.
Ventilación con recuperación de calor
Aprovechan al máximo el calor que emiten los electrodomésticos y habitantes, eliminando el exceso de este, y filtrando desechos y toxinas, tanto el que se genera en el hogar, como el que ingresa.
Ventajas que ofrece passivhaus
Las edificaciones que siguen todos esos estándares ya descritos, ofrecen múltiples ventajas que van más allá, incluso del principal beneficio como es la eficiencia energética.
Debemos conocer que al necesitar menor ayuda artificial para calentar o enfriar el interior de las edificaciones, según la estación que disfrutemos, también recibiremos mayor aprovechamiento de la luz solar, con su consecuente beneficio para la salud. Igualmente, nos hace menos propensos a sufrir fatiga por exceso de calor, o enfermedades por temperatura en nuestros adultos mayores.
Utilizaremos menos focos artificiales en el interior del edificio, lo cual beneficia económicamente a todos los propietarios, y los hace menos dependientes del sistema eléctrico.
Asimismo el filtrado del aire que entra, por la ventilación asistida que se tiene, nos hace menos propensos a toxinas del exterior y alérgenos como el polvo y el polen que desencadenan enfermedades respiratorias entre otras.
También eliminas el problema que ocasionan los ruidos y olores que provienen del tráfico automotor, en calles y avenidas aledañas a la vivienda. El estrés que estos sonidos causan, desencadenan enfermedades. Así mismo no recibes el monóxido de carbono que puede “colarse” por las juntas de ventanas y puertas.
En muchos países se “premia”, con beneficios fiscales, a los propietarios de casas pasivas, como una manera de incentivar su construcción. Incluso a nivel bancario, pueden obtenerse mejores aranceles.
Por último, aunque no con menor importancia, debemos resaltar que las casas pasivas contribuyen de manera especial a la conservación del ambiente y del planeta.